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Gran entrevista a Dmitri Prieto Samsonov

Dmitri tuvo una formación bilingüe y bicultural.
Dmitri Prieto Samsonov en el Instituto Juan Marinello.
Suele visitar la iglesia de Nuestra Señora de Kazán.

Por Alejandro Langape, especial para NOVA

Si algo recuerdo con nostalgia de la etapa soviética es el flujo de literatura publicada por editoriales moscovitas que llegaba a Cuba junto con publicaciones periódicas que iban desde Novedades de Moscú o El deporte en la URSS hasta la revista para niños Misha ( tan popular en los años ochenta y que yo coleccionaba celosamente) o Sputnik, resumen de lo publicado en la prensa del gigante euroasiático que en la isla equiparábamos a la antigua revista Selecciones, “digest” de la prensa norteamericana y ausente de los estanquillos cubanos desde la década del sesenta.

En una de aquellas publicaciones periódicas soviéticas leí los primeros capítulos de Mañana fue la guerra, la novela de Boris Vasiliev que luego encontraría en una biblioteca pública y de la cual recordaré siempre los personajes de la suicida Vika Luberetskaya (”no puedo renunciar a mis principios”) e Iskra Polyakova (“de la chispa saltó la llama”).

¿Por qué traigo a colación estos recuerdos de cuando apenas tenía diez o doce años? Pues porque por estos días no he podido menos que buscar similitudes entre aquellos adolescentes heroicos de Vasiliev y los que hoy enfrentan el odio y las bombas en Ucrania.

Convencidos de que la unión de todas las nacionalidades que conformaban la URSS había sido la clave para la victoria sobre el nazismo alemán, los adolescentes cubanos que en los ochenta leíamos Mañana fue la guerra, Los amaneceres son aquí tranquilos, o la saga del agente Stirlitz (especie de James Bond soviético) escrita por Yulian Semionov, nunca imaginamos que al cabo de los años estallarían en el que fuera “nuestro gran aliado” un montón de conflictos bélicos de diferente intensidad que hoy viven su mayor expresión en Ucrania y nos repetimos constantemente cómo y por qué se ha llegado a estos extremos. Pero también, como no podía ser menos, nos hemos preguntado cómo viven esta dolorosa realidad esos cubanos de ancestros rusos que desperdigados por la isla conforman una comunidad no suficientemente estudiada desde las ciencias sociales y que incluye a deportistas notables, científicos reconocidos y destacados intelectuales como la escritora Anna Lidia Vega Serova o el master en Antropología Social por la London School of Economics, profesor universitario y colaborador de diversas publicaciones Dmitri Prieto-Samsonov con quien, whatsapp mediante, conversamos al respecto.

-Dima, para ubicarnos un poco, ¿cuál es la procedencia de tu familia materna y que circunstancias confluyeron para que vivas hoy en Cuba?

-Mi mamá nació y vivió su infancia en un pequeño poblado ferroviario de la Región de Moscú, a 150 km de la capital. Desciende por parte de mi abuela de un linaje de intelectuales (juristas, médicos, maestros) del centro de Rusia y, por parte de mi abuelo, de campesinos de la zona. Mi abuelo peleó en la guerra (en 1941) y resultó herido. Mi mamá y mi papá se conocieron en el Instituto Energético de Moscú, donde estudiaban ingeniería eléctrica. Mi padre es del Oriente de Cuba, y en su genealogía se mezclan también genes de España y de Filipinas. Después de un tiempo de separación al graduarse (era mucho más difícil viajar en esa época), decidieron casarse. Lo común en esa época era que familias mixtas, como la nuestra, se movieran al país del esposo (a Cuba, en la inmensa mayoría de los casos, ya que en casi todas las familias como la mía el cubano era el esposo), así que desde 1986 vivo en Cuba. Ellos acordaron darme una formación bilingüe y bicultural, por lo cual desde niño conozco ambos idiomas y me educaron en el amor y el conocimiento de la historia y literatura de ambos países, y a no considerar que ninguna cultura es por alguna razón superior a cualquier otra. Tengo las dos ciudadanías. Lo mismo sucedió con mi hermano, quien actualmente vive en Moscú.

-Merced a las transmisiones de Rusia Today, los cubanos hemos estado al tanto de la conflictiva situación en el Donbass ucraniano a raíz del Euromaidán, pero lo cierto es que ya antes hubo conflictos bélicos entre Georgia y Rusia que apoyaba a las separatistas repúblicas de Abjasia y Osetia del Sur. ¿Puede considerarse este enfrentamiento militar en el Cáucaso, que dejó miles de desplazados, un ensayo de lo que sucede actualmente en Ucrania? ¿Qué similitudes y diferencias encuentras entre ambas contiendas?

-Sobre Osetia del Sur y Abkhazia, hay que tomar en cuenta que en la URSS, además de las 15 Repúblicas federadas, había también Repúblicas y territorios autónomos dentro de ellas, como lo fueron esos dos casos. Es lógico que cuando las nomenklaturas de las Repúblicas federadas tomaron la decisión de separarse de la Unión, las nomenklaturas de las Repúblicas autónomas, así como sus pueblos (sobre todo en casos de discriminación lingüística y cultural por parte de las direcciones, en nombre de la etnia mayoritaria) se preguntaron si también podían acceder al derecho de separarse. Los osetas y los abkhazos son etnias con historias milenarias de independencia, que veían esto como una justificación suficiente para no formar más parte de Georgia. Es un fenómeno que se dio también en otros territorios ex-soviéticos con estatus similar: ¿si las etnias “federadas” se separan, por qué no pueden hacerlo las “autónomas”? Y buscaron a Rusia como país protector. Eso condujo a la trágica guerra de 2008. Es una situación parecida al conflicto en torno a Crimea (territorio también autónomo, con una antigua población de tártaros), no así al del Este de Ucrania, pues allá Donetsk y Lugansk no tenían estatuto de autonomía previo, y, como expliqué más arriba, sus poblaciones no están diferenciadas marcadamente respecto al resto de Ucrania, como sí lo están los tártaros de Crimea, y los osetas y abkhazios con respecto a los georgianos (al nivel de que pertenecen a distintas macrofamilias lingüísticas).

En cuanto a la defensa de los derechos de poblaciones rusoparlantes, Donetsk y Lugansk tienen parecidos con territorios en Letonia, Estonia y Kazakhstán, por lo que se comprende el nerviosismo con el que los líderes de esos países miran los acontecimientos actuales. Respecto a la actual guerra como tal, los expertos coinciden en que su antecedente bélico más inmediato es la intervención de Rusia en Siria.

-Los críticos de Putin desde la anexión de Crimea comparan el “expansionismo ruso” con la teoría del “espacio vital” que defendiera Hitler, al tiempo que equiparan la actitud europea de tácita aceptación con aquella que permitiera a Alemania llevar adelante el Anschlus y luego la apropiación de la región de los Sudetes arrebatada a Checoslovaquia. ¿Coincides con estas opiniones? ¿Ves a Putin como el hombre que está dispuesto a todo para “restablecer la grandeza de Rusia” y que, de algún modo, responde a ese supuesto amor histórico del pueblo ruso por “el padrecito zar”?

No olvidemos que en 1938 Alemania era el segundo país del mundo en nivel de vida, y el de la tecnología más avanzada. Rusia dista enormemente de esta situación, por lo cual los motivos y, sobre todo, los razonamientos de Putin son aún más oscuros que los de Hitler (a quien por otra parte no pretendo justificar de ningún modo). Según muchos analistas, Putin o bien tuvo una pésima inteligencia sobre la verdadera situación en Ucrania, o tuvo buenos informes, pero no les hizo caso. Me inclino más por la primera versión. Parece que se dejó llevar por su propia propaganda, e hizo caer a Rusia en una dinámica absolutamente imprevista y contraproducente. Basta con mencionar las destrucciones terribles (muchísimo mayores que en 2014) en los territorios del Este de Ucrania que proclamaron iban a defender, la probable entrada próxima de invadido Rusia a Ucrania), el alejamiento de la Iglesia Ortodoxa Ucraniana, que se mantenía afiliada con Moscú, por solo citar varios ejemplos de lo contraproducente. Y, claro, la destrucción de las ciudades ucranianas, los miles de muertos civiles, los miles de muertos entre las propias tropas rusas, la guerra económica de Occidente, el éxodo de refugiados ucranianos y también de miles de jóvenes profesionales rusos…

Sobre la historia del autoritarismo ruso, bueno, ya explicaba que no es tan “total” como habitualmente se piensa. Considero que el desastre económico y moral de los 1990s influyó en las generaciones de mayor edad, que empezaron a considerar el estatus “imperial, o de gran potencia” del país como parte de su zona de confort. Y, lamentablemente, tanto en Rusia como en otros países (tomemos EEUU como ejemplo bien gráfico) las zonas de confort material y mental son el mejor aliado de la propaganda pro-régimen. Es difícil aceptar verdades que son incómodas y que dañan al “orgullo étnico”. Habría que ver si con la debacle material en proceso dentro de Rusia (por las sanciones, y por los propios gastos bélicos) la situación va cambiando…

-Pese a que cierta izquierda ve a Putin como uno de los suyos, lo cierto es que muchas de sus declaraciones lo colocan más cerca de Vox que de Podemos. ¿Cómo explicar entonces este apoyo?

-El apoyo de cierta izquierda a Putin se debe a un hábil trabajo de propaganda y negociación de los aparatos ideológicos del Estado de Rusia, y a que se posiciona como adversario de EEUU. No creo que haya mucho más que explicar. Putin también es amigo del Frente Nacional francés, por ejemplo, así como de otras movidas de ultraderecha. Los documentos de su partido, Rusia Unida, lo establecen claramente como tradicionalista y conservador.

-Dima, como ruso, ¿sientes que también a Cuba llegan esos aires de rusofobia extrema que a punto han estado de destruir matrioskas, prohibir el vodka y borrar de los estudios curriculares a Dostoievky?

-Yo creo que la rusofobia ya tuvo su oportunidad en Cuba, décadas ha, pero hoy me parece que todo el mundo por acá ama las Aurika y los ventiladores Órbita 5. Y quienes conocen a Dostoyevski, también lo aman. Lo que sí veo es que hace falta acá que llegue más información sobre el conflicto, y sobre la actual Rusia. También sobre Ucrania, por supuesto. Y sin parcialidades.

-¿Qué tiene que decir a modo de despedida alguien en cuyo pecho crecen en extraña simbiosis una palma real y un abedul?

-Que haya paz.

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