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Discursos que no cierran ni con una calculadora

Gloria Reyes vende una pobreza “en retirada” mientras el Estado reparte bonos como nunca

Gloria Reyes intenta tapar el sol con vales de supermercado.

Si alguien dudaba de hasta dónde podía llegar el relato oficial, Gloria Reyes acaba de romper su propio récord. La directora de Supérate aseguró sin pestañear que la pobreza en República Dominicana cayó del 28 por ciento al 18 por ciento en los últimos cinco años. Una afirmación que suena a milagro… hasta que se miran los datos reales.

En 2020, Supérate cubría a unos 800 mil hogares. Hoy, asiste a más de 1.5 millones de familias. Según la propia funcionaria, eso representa al 40 por ciento de la población. Es decir: el doble de gente recibiendo ayuda estatal, en un país donde supuestamente la pobreza “disminuyó”.

Además, el monto del bono principal pasó de 850 a 1.650 pesos. Y eso es solo la punta del iceberg. El programa Aliméntate consume 29.500 millones de pesos al año, sin contar los bonos navideños, las ayudas por catástrofes, el Bono Familiar, los subsidios para niños con discapacidad, o los beneficios a cuidadores de adultos mayores.

Entonces, si la pobreza está bajando, ¿por qué el Estado está gastando más que nunca en subsidios?

La explicación oficial habla de mejoras en el empleo y en el salario mínimo. Pero en un país con más del 50 por ciento de informalidad laboral, donde el salario básico no cubre la canasta básica familiar, esos argumentos hacen agua. Y rápido.

Desde Supérate se han “graduado” unas 142.200 personas en cinco años. Pero en paralelo, más de 700 mil nuevos hogares se sumaron al padrón de beneficiarios. Un número que dinamita cualquier discurso optimista.

Mientras tanto, las jornadas de inclusión social se multiplican, las raciones de alimentos siguen saliendo a granel, y los bonos se convierten en moneda corriente. Más que una solución, el Gobierno administra una bomba social con parches y discursos.

Y en época electoral, todo se vuelve más evidente. Los programas sociales se convierten en herramientas políticas, los bonos en votos, y la “reducción de la pobreza” en una ficción sostenida por marketing y dependencia.

En definitiva, si hay algo que ha crecido en República Dominicana, no es el bienestar: es el asistencialismo. Y mientras tanto, la pobreza real sigue ahí, disfrazada de éxito estadístico.

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