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Memoria postergada

A cuatro años del asesinato de Marielle Franco, Brasil sigue sin justicia

Apenas cuatro detenidos en un crimen político contra la concejala defensora de derechos humanos. El juicio avanza lento y persiste la impunidad mientras el caso golpea la credibilidad de las instituciones.

Este jueves se cumplieron cuatro años del asesinato de Marielle Franco, la concejala carioca asesinada el 14 de marzo de 2018 en Río de Janeiro. A pesar del paso del tiempo, el proceso judicial muestra avances mínimos: solo dos policías están acusados como autores materiales y un pequeño número de implicados enfrentan cargos, sin indicios de responsables intelectuales o apoyo político.

El retraso en las investigaciones agrava la sensación de impunidad. A la fecha, la justicia no ha identificado a quienes ordenaron el crimen, denunciado por la comunidad internacional como un ataque no solo contra Marielle, sino contra las garantías democráticas y los derechos humanos.

El vacío judicial evidencia la fragilidad institucional. La demora en condenas claras y la falta de acción política concreta han generado críticas de organismos de derechos humanos que reclaman “justicia completa”, incluidas las responsabilidades políticas y civiles vinculadas al atentado.

Con su asesinato, Marielle se convirtió en símbolo de resistencia frente a la violencia policial, el racismo y la pobreza urbana. Sin embargo, a cuatro años, su legado contrasta con un ejecutivo judicial lento y poco transparente: la pregunta sigue flotando en el aire—¿realmente Brasil aprendió algo de su muerte?

El caso no puede quedar trunco. Mientras las piezas políticas y judiciales se mueven a paso de tortuga, la sociedad exige una verdad que vaya más allá de los disparos y alcance a quienes, desde el poder, perpetúan la violencia institucional.

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