El sacerdote apoya la entrega de bonos, pero advierte que los más beneficiados con las tarjetas son los empresarios y bancos, al ser canjeados en sus establecimientos. Sugiere complementar esta ayuda con la entrega directa de alimentos a las familias más vulnerables.

Montaño también criticó la falta de colaboración entre el gobierno y la Iglesia Católica, afirmando que el Estado ha creado su propio estilo y, al parecer, ya no considera necesaria la labor de la Iglesia en el acompañamiento de los más desvalidos. Denunció que los funcionarios solo buscan a los sacerdotes para "dar la bendición" en eventos barriales, sin mostrar un interés real por las necesidades de la comunidad.

El sacerdote enfatizó la importancia del contacto directo entre los funcionarios y la gente, algo que, según él, no está ocurriendo. Afirmó que la ayuda se demora y que las instituciones no escuchan ni atienden al pueblo. También criticó la justicia, calificándola de "empresarial" y acusándola de no fiscalizar adecuadamente las instituciones públicas.

Montaño ofreció su asesoramiento al Presidente Abinader de manera discreta y respetuosa, con el objetivo de contribuir a que su obra de gobierno sea más efectiva. Subrayó que no busca beneficios personales, sino que su única motivación es ayudar a los más necesitados. Finalizó con una advertencia, sugiriendo que si no se le busca ahora, no le pidan ayuda en un futuro cercano cuando las cosas se compliquen.