Abinader solo piensa en los ricos: Cabo Rojo, el megaproyecto turístico que expone la desigualdad económica y social
En la remota provincia de Pedernales, al suroeste de la República Dominicana, se está gestando un ambicioso proyecto turístico de lujo llamado Cabo Rojo. Impulsado por el Gobierno de Luis Abinader, con una importante inversión pública y privada, este megaproyecto ha generado un intenso debate sobre su impacto real en la región.
El gobierno lo presenta como una "oportunidad histórica" para el desarrollo de Pedernales, una provincia marcada por la pobreza. Sin embargo, muchos locales y expertos temen que se repita el modelo de Punta Cana, con profundas desigualdades sociales y graves riesgos ecológicos. Tal como advierte una investigadora social del INTEC, existe el riesgo de que los turistas permanezcan aislados de la ciudad, sin generar un impacto positivo significativo en la comunidad local.
Cabo Rojo, la alternativa a Punta Cana que República Dominicana construye en una de las regiones más pobres del país (y las dudas que despierta) https://t.co/VeEev4ex7f
— BBC News Mundo (@bbcmundo) November 19, 2025
Desde su lanzamiento en junio de 2021, Cabo Rojo busca transformar la región con la construcción de un aeropuerto internacional, un muelle de cruceros, nuevas vialidades, sistemas de agua potable, viviendas, carreteras e incluso un puerto. Según Sigmund Freund, director ejecutivo del Fideicomiso Pro-Pedernales, la primera fase del proyecto requiere una inversión de aproximadamente 2,000 millones de dólares, de los cuales el Estado ya ha invertido 300 millones y aportado terrenos por valor de otros 400 millones de pesos.
Se prevé que para 2031 estén operativos nueve hoteles con un total de 4,800 habitaciones, incluyendo cadenas reconocidas como Iberostar y Hyatt. No obstante, estas cadenas han manifestado su intención de esperar a la apertura del nuevo aeropuerto para iniciar operaciones a pleno rendimiento.
Pero la belleza natural e incontaminada de Cabo Rojo, con sus playas de arena blanca, arrecifes de coral, manglares y bosques secos tropicales, contrasta con las voces críticas que se alzan en contra del proyecto. Organizaciones ambientales han alertado sobre los potenciales daños a los manglares y la fauna local. Activistas sociales, por su parte, advierten que muchas familias locales carecen de títulos de propiedad sobre sus terrenos y temen ser desplazadas.
Lorenzo Rodríguez, un agricultor de Los Tres Charcos, lamenta no poder vender sus tierras debido a la falta de documentación. El gobierno, en respuesta, ha prometido regularizar la situación de estos terrenos, asegurando la entrega de certificados de título durante el primer semestre del próximo año, según Freund.
Otra preocupación importante es el suministro de agua. La bióloga Yolanda León, del Instituto Tecnológico de Santo Domingo, ha señalado que los recursos hídricos actuales podrían ser insuficientes para satisfacer la creciente demanda de la futura "miniciudad turística". Freund, en cambio, asegura que ya se han perforado pozos en Las Mercedes para garantizar el suministro de agua para "al menos 20,000 habitaciones hoteleras durante dos décadas".
En la actualidad, sin hoteles operando completamente, los precios por noche en la zona son aún inciertos. Como referencia, en plataformas de hospedaje en Pedernales, que colinda con Cabo Rojo, se pueden encontrar alojamientos muy modestos con precios que oscilan entre 61 y 70 dólares por noche.
Cabo Rojo representa un punto de inflexión para Pedernales. El debate sobre su impacto a largo plazo continúa abierto, balanceándose entre la promesa de desarrollo económico y el riesgo de un daño ambiental y social irreversible.








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