D’Aza no es un externo ni un opositor: forma parte del núcleo del partido oficialista, y su propuesta de organizar un debate, con nombres y apellidos, no fue un desliz, sino un desafío directo. Planteó que José Ignacio Paliza, el presidente del PRM y subordinado directo de Abinader, sea el encargado de organizarlo.

Es decir, el mismo Paliza que debería acatar las decisiones del presidente, ahora estaría impulsando lo que Abinader dijo que no debía ocurrir. Más que una traición, esto evidencia el caos y la falta de autoridad dentro del partido de gobierno.

¿Dónde quedó esa “institucionalidad” que dicen querer fortalecer? ¿Qué respeto puede haber por la palabra presidencial si, apenas dos minutos después de que Abinader dice “basta”, uno de sus aliados lanza públicamente una competencia interna llena de egos inflados, promesas vacías y debates ficticios?.

El PRM se transformó en una farsa, donde cada quien improvisa su propio libreto y nadie escucha al supuesto líder.

Y eso no es todo: el argumento de D’Aza es un insulto a la inteligencia. Habla de “madurez política” y “democracia interna”, mientras le da la espalda al presidente con total descaro.

¿Tan desesperados están por posicionarse para 2028 que ni siquiera intentan ocultar las puñaladas internas? La lista de nombres que menciona como precandidatos (Collado, Yayo, Carolina, Guido, Arnaud, Raquel Peña y otros) parece más un desfile de ambiciones vacías que un grupo con visión o rumbo claro.

Y mientras tanto, ¿quién está gobernando el país? Porque mientras estos personajes se pelean por el poder del futuro, la República Dominicana sigue atrapada en una gestión sin dirección ni control. Abinader dice una cosa, el PRM hace otra, y el pueblo una vez más es quien paga las consecuencias.